Ser anarquista hoy
Como presentación del libro Siglo y medio de anarquismo, quiero aclarar de entrada que no es un libro de historia del anarquismo en este siglo y medio. En realidad podría ser una enumeración de las formas y tendencias que presenta el anarquismo a través de su historia más orgánica, donde su definición adquiere mayor peso y comienza su organicidad, conocida hasta hoy. Esta diversidad de formas y tendencias muestra una de las mayores riquezas de esta ideología. Por lo tanto prefiero encarar la presentación del libro hablando de estas tendencias y mencionando los distintos temas que abarcamos en la publicación. Dentro de las corrientes que identifican el movimiento social, anticapitalista, del siglo XIX debemos mencionar al marxismo y al anarquismo, el primero basa sus principios en las definiciones del ideólogo máximo, Carlos Marx y sus distintas corrientes se identifican siempre con algún teórico o líder determinado, llámese leninismo, trostkismo, maoísmo, guevarismo, etc., lo que marca su posición verticalista y autoritaria, en tanto que el anarquismo marca sus corrientes con definiciones metodológicas u organizativas, sindicalistas, comunistas, individualistas, plataformistas, insurreccionales, municipalistas, autónomos, etc. cuya diversidad marca, más que las divisiones, la riqueza de su ideología.
Sabemos que a nivel académico, el anarquismo es visto como el patito feo, no tiene basamento científico ni metodológico, en tanto que el marxismo gana prestigio en el aula y la academia y es muy bien visto por ésta, no es de extrañar, ya que siendo el anarquismo una ideología, fundamentalmente, antijerárquica, no puede llevarse bien con el funcionamiento de la academia que está basado en la jerarquía de los cargos que distribuye. Por otra parte, en los movimientos sociales contemporáneos, la metodología libertaria de funcionamiento se ha transformado en lugar común en distintas partes del mundo, la forma asamblearia, el consenso, la no representatividad, la delegación con mandato, la acción directa, son formas que hacen a la esencia misma de estos movimientos.
Los anarquistas nos distinguimos siempre por el hacer y el cómo organizarnos para ello, de hecho nuestras formas organizativas son las que mayor tiempo nos lleva de discusión más que la profundización filosófica o estratégica. Como pocas ideologías, el anarquismo toma la coherencia de medios y fines como una pauta imprescindible de su accionar, tenemos claro que no es posible llegar a la libertad por el camino de la dictadura o el autoritarismo.
Este postulado, que puede ser tomado como un principio dogmático, tiene además, una fundamentación práctica que la historia permanentemente se dedica a confirmar. El postulado de que para llegar al fin no interesan los medios, a dado su resultado histórico con el fracaso estrepitoso de las diversas experiencias que lo sostenían. También se pudo comprobar que la toma del poder político es la mejor vacuna contra la revolución.
Partiendo de la base de la coherencia total del sistema capitalista en sus diversas formas e instituciones que le son propias, como la familia, la educación, el trabajo, la recreación, hasta la política y la economía, abarcando todos los aspectos de la vida de las personas, el cambio profundo y radical de este sistema, la revolución, debe abarcar también todos estos aspectos. Por este motivo dedicamos una gran parte del libro a analizar el actual funcionamiento del sistema, en la etapa financiera y extractivista, siempre patriarcal, que nos toca soportar en estas región, con los derivados propios de la globalización imperante y a los valores que trasmite. Esto nos permite analizar formas de acción valederas para lograr ese cambio profundo que es la esencia misma del accionar anarquista.
Sabemos que las formas organizativas a emplear deben estar empapadas de los valores que deberían sostenerse en el mundo nuevo que queremos crear, por este motivo no escapa a este análisis el mencionar las diversas formas que se utilizaron entre los anarquistas en diferentes momentos históricos, tanto en la Comuna de París, como en la Revolución Española, las experiencias autogestivas o en las guerrillas de los años ‘60/70.
Consideramos que el cambio revolucionario es la consecuencia directa de lo que estamos construyendo en nuestra cotidianeidad, por lo que intentamos experimentar nuevas formas de funcionamiento donde se destaca la participación directa, la autogestión, la ayuda mutua, que nos permita ir incrementando el grado de libertad y autonomía al mismo tiempo que posibilite el reconocernos y organizarnos para enfrentar al sistema. La creación de espacios libres y autónomos es una de las herramientas que se utilizan, comprometiendo con ésto una tarea a nivel territorial. Intentamos fijar pautas organizativas dentro de lo que denominamos el comunalismo libertario, espacios territoriales más amplios que las comunas que funcionarían en forma federativa. Tampoco es ajeno a estos escritos el análisis necesario de las ONGs que juegan un rol muy importante en los movimientos sociales antisistémicos, provocando en muchos casos la fragmentación y la ruptura de muchas organizaciones, así como la burocratización de muchos de sus activistas.
Como cierre de esta presentación, y para dar pie al intercambio de ideas o a aclarar alguna duda, siempre que pueda, leo un párrafo del prólogo que tuvo la voluntad de escribir el compañero y amigo Carlos Solero.
La teoría debe ser una caja de herramientas indispensable para construir una nueva sociedad. En este sentido se orienta el libro de Osvaldo Escribano que compila algunas de sus reflexiones precedentes y que plasma una praxis anarquista, pues lo suyo no es sólo reflexión intelectualista sino una síntesis de teoría-práctica militante y un retorno reflexivo para demoler dogmas y «verdades consagradas».
Osvaldo Escribano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario