Pablo Carlevaro, hijo devoto de la Universidad
“Seamos realistas, pidamos lo imposible.”
Mijaíl Bakunin
“Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan.”
Manifiesto de Córdoba, 1918
Sergio Villaverde
Pablo Carlevaro terminó sus palabras en el Paraninfo de la Universidad, al recibir el título de doctor Honoris Causa, citando a Rafael Barrett dirigiéndose a obreros paraguayos: “A pesar del dolor y la injusticia, la vida es buena. Debajo del mal existe el bien, y si no existe el bien lo haremos existir y salvaremos el mundo aunque no quiera” Estas palabras recogen el sentido de los dos acápites que anteceden, quedan dolores, hay libertades a conquistar, procurando lo imposible se llega a los límites de lo posible.
Considerándose hijo devoto de la Universidad, señala que su formación nació y se desarrolló en la Facultad de Medicina y en la Asociación de los Estudiantes de Medicina, con lo que estampa de manera inequívoca su concepto de que el ámbito formativo de la casa de estudios es inseparable de la organización y participación de los estudiantes.
Un breve resumen de la historia de la Universidad y su interrelación con el movimiento estudiantil afianza la certeza del concepto.
En 1838, pocos años después de la llamada “Independencia”, bajo la presidencia de Oribe, se decreta la creación de la Universidad Mayor de la República, respondiendo a iniciativas que se habían iniciado en 1833, teniendo como principal impulsor al presbítero Dámaso Larrañaga. Sin embargo su instalación formal recién se concretaría en 1849, en un Montevideo sitiado, siendo presidente Joaquín Suárez. En sus inicios la Universidad estaba dedicada a la enseñanza escolar y media, sólo encaraba formación superior en jurisprudencia. En el país previo al impacto migratorio el objetivo implícito de la institución era la educación de niños y jóvenes de un segmento estrecho y privilegiado de la población y la reproducción de la clase dirigente. Esta primera Universidad respondía a la concepción dominante en la sociedad que asociaba educación a la práctica religiosa. Predominaba la orientación entonces denominada “espiritualista”.
En la década del 70 comienza a expresarse con fuerza otra tendencia que venía gestándose entre intelectuales de la época que se reunían en el Club Universitario. Una concepción secularizada, que ponía el acento en la necesidad de incorporar a la educación a sectores más amplios de la población, en la importancia de desarrollar disciplinas científicas en la enseñanza universitaria y la jerarquización de la formación de profesionales. Eran los “positivistas”.
Como expresión de esta tendencia en 1876 se funda la Facultad de Medicina instalándose las cátedras de anatomía y fisiología. Otro hecho significativo de ese mismo año fue la designación de José Pedro Varela, un destacado representante de la corriente positivista, como director de Instrucción Pública. Se separa la enseñanza escolar de los cometidos de la Universidad y comienza el proceso de su reforma.
En 1885 se promulga la ley de funcionamiento de la Universidad, que puede considerarse su primer Ley Orgánica y se funda la Facultad de Matemáticas que impartirá enseñanza de arquitectura, agrimensura e ingeniería.
Uruguay, al igual que Argentina, en las dos últimas décadas del siglo xix comienza a sentir el impacto de la migración europea. Se incorporan a la sociedad no solo fuerza de trabajo sino voluntad de ascenso social y nuevas concepciones ideológicas que ponen el acento en la participación directa en la organización política e institucional.
En 1893 se organiza la asociación de estudiantes que reunía a los estudiantes de secundaria y universitarios, en un contexto de fuerte crecimiento de la matrícula universitaria por la incorporación de la clase media a las aulas. A comienzos del siglo xx el número de estudiantes había pasado de un escaso millar a 15 mil.
En 1907 los estudiantes organizados reclaman su participación en el gobierno de la Universidad, pretenden tener voz en la formulación de los planes de estudio y en los métodos de evaluación curricular.
En 1908 organizan el Primer Congreso Internacional de Estudiantes que reúne en Montevideo delegaciones de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, participando además, en calidad de observadores, delegaciones de países de Centroamérica y Estados Unidos. Este evento, presidido por Baltasar Brum, consideró como temas fundamentales la participación de los estudiantes en el gobierno universitario, la estructuración de los planes de estudio, la jerarquización de los vínculos de la Universidad con el resto de la sociedad y la autonomía de las Universidades del poder político.
También en 1908 se promulga la Segunda Ley Orgánica que, vista desde las reivindicaciones del movimiento estudiantil, presentaba aspectos contradictorios. Reconoce la participación de los docentes, egresados y estudiantes, en el gobierno universitario, éstos con representación indirecta por egresados jóvenes (esto se mantendrá hasta la Ley Orgánica de 1958). Restringe la autonomía al suprimir el mecanismo hasta entonces existente para el nombramiento del rector (elegido por el Presidente de la República de una terna elevada por el Consejo de la Universidad) pasando a ser potestad exclusiva del Presidente. Deja de lado el proyecto de unicidad propuesto por el rector Eduardo Acevedo y promueve la autonomización de las facultades lo que traerá aparejado la incoordinación y duplicación de servicios, las disputas por segmentos del presupuesto, una cierta “feudalización” de la estructura universitaria. Se fundan la Facultad de Agronomía y Veterinaria y la de Comercio, que luego sería de Ciencias Económicas.
Es posible que esta organización por facultades autónomas haya determinado el surgimiento de las agremiaciones de los estudiantes por centros de estudio. Se forman así el Centro de Estudiantes de Derecho y en 1915 la Asociación de los Estudiantes de Medicina, gestada a impulsos de un grupo de estudiantes de cuarto año, donde se destacó la tarea militante de José Alberto Praderi. En los años sucesivos surgirían los demás centros de estudiantes, que plasmarían diez años después, en 1929, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (feuu).
En la segunda década del siglo xx se realizan dos congresos internacionales de estudiantes sucediendo al realizado en Montevideo (1910 y 1914) generando el proceso de la Reforma Universitaria centrada en tres principios fundamentales: autonomía del poder político, cogobierno y compromiso de la Universidad con la problemática social, expresado en el Manifiesto de Córdoba en 1918. Un año antes, en 1917, la movilización estudiantil en nuestro país había logrado el reconocimiento de la autonomía que había sido restringida con la ley de 1908 ya citada.
En 1933 bajo la dictadura de Terra se produce un retroceso de la autonomía universitaria fuertemente resistida por el movimiento estudiantil. En medio de esa resistencia a la dictadura, en su condición de dirigente político, se suicida Baltasar Brum. En 1935 se separa la educación secundaria de la Universidad.
Las generaciones que mantuvieron viva la feuu y los centros de estudiantes, durante las décadas siguientes, evidencian la continuidad del compromiso y la participación activa en el gobierno de las facultades y la Universidad, así como en la defensa de los principios de la Reforma Universitaria.
En 1951, luego de una larga huelga de los estudiantes universitarios, se logra el reconocimiento legal de la autonomía universitaria y del gobierno por los órdenes. La Universidad se aboca a la elaboración de una nueva Ley Orgánica, la primera que surge de sus claustros y no del poder político. El comienzo de la década también encontró al movimiento estudiantil llevando adelante la importante reivindicación del Hospital de Clínicas como Hospital Universitario. En 1958 es promulgada en el Parlamento la Ley Orgánica en medio de una intensa movilización estudiantil, con ocupación de la Universidad y varias facultades, coincidiendo y unificándose con las luchas y reivindicaciones de varios gremios obreros que dieron lugar a manifestaciones conjuntas que superaban las 100 mil personas. El impacto político acaso se exprese en la derrota electoral del Partido Colorado, el acceso al gobierno del Partido Nacional por primera vez en el siglo y el fin del ciclo del llamado Segundo Batllismo.
La posguerra evidenció la emergencia de Estados Unidos y la Unión Soviética como potencias hegemónicas, enfrentadas en la “guerra fría” y ejerciendo ambas una fuerte injerencia en los destinos de sus áreas de influencia. En la feuu como en los centros de estudiantes se vivió una intensa lucha ideológica entre quienes defendían “el socialismo real” de la Unión Soviética y sus países satélites y quienes sostenían “la tercera posición” que sumaban a la crítica de la vocación imperialista de Estados Unidos el carácter totalitario del régimen soviético. Ambas tendencias coincidieron en manifestaciones contra la dictadura paraguaya, contra el golpe de estado en Guatemala apoyado por Estados Unidos y a favor de la Revolución Cubana, y confrontaron frente a las invasiones soviéticas de Hungría en los cincuenta y de Checoslovaquia en los sesenta.
La profundización de la crisis económica, el paulatino ascenso del autoritarismo en el gobierno de Pacheco frente a las demandas de los trabajadores de numerosos gremios y, también, de los estudiantes universitarios que bregaban por un presupuesto más justo para la Universidad, desencadenaron formas de represión muy duras que, desde el poder del Estado, hallaban justificación en el surgimiento de grupos de acción armada. Este endurecimiento fue relegando a un segundo plano aquella confrontación ideológica y el rechazo a esas medidas por el movimiento estudiantil en la calle fue unánime.
La dictadura, la intervención de la Universidad, produjo un hiato, sin embargo los estudiantes, en las peores condiciones, supieron organizarse y crearon asceep, legando a las generaciones posteriores, las actuales, la responsabilidad de mantener la llama encendida.
¿Cuáles son los desafíos actuales a los que la Universidad debe dar respuesta para mantener su esencia institucional? Como señala Pablo Carlevaro son los de siempre: 1. Autonomía del poder político; 2. Participación democrática de los órdenes; 3. Enseñar a pensar: 4. Compromiso con el país y la comunidad.
“La autonomía de la Universidad tiene vigencia constitucional pero los gobiernos no la perdonan. Muchos aun reniegan de su existencia. La negación de la autonomía significa desconfianza y miedo a la libertad”, palabras de Pablo.
Jaques Le Goff en Los intelectuales de la Edad Media analiza los orígenes de la institución universitaria en los siglos XII y XIII señalando el enfrentamiento constante con los poderes civil y eclesiástico, dando lugar a huelgas, represión y muerte de estudiantes.
“Si los estudiantes universitarios no se preocupan por las cuestiones de la Universidad no son sino usuarios de un servicio educacional gratuito. Si los docentes no lo hacen, no tienen allí más que una ocupación laboral importante con eventual beneficio para su progreso personal”, señala Carlevaro.
“Es cuestión fundamental enseñar a pensar. El ejercicio constante de la reflexión está en la base de una incorporación crítica del conocimiento y debe hacer posible llegar a los límites de lo que, en cada instancia, se sabe y se discute o se desconoce”, dice Pablo.
Le Goff cita a Gilberto de Tournai que en el siglo XIII escribió: “Jamás encontraremos la verdad si nos contentamos con lo que ya ha sido descubierto…Quienes escribieron antes que nosotros, no son nuestros amos sino nuestros guías. La verdad se abre a todos, no ha sido hasta ahora conquistada por nadie”.
Finalmente el compromiso de la Universidad con el país y la comunidad. “La docencia en la comunidad no sólo permite la aplicación del conocimiento ya adquirido sino la prestación de un servicio –de muy diversos tipos y alcance– que genera beneficios a dadores y receptores. […] El contacto directo de los estudiantes universitarios con la gente genera una corriente de comunicación –en paridad– que permite establecer relaciones personales que en los jóvenes contribuye a su formación integral. Para decirlo en una sola frase: la relación con la gente humaniza” Con estas palabras, que trasmiten la fructífera experiencia en Apex del Cerro, Carlevaro se introduce en lo que acaso sea su propuesta más desafiante para la Universidad, la introducción de las actividades en la comunidad como un ejercicio curricularmente obligatorio para todos los estudiantes universitarios de las más variadas disciplinas, lo cual implica también responsabilidades específicas de los docentes en la puesta en práctica de las mismas.
En un momento de su discurso Carlevaro duda de sí mismo tachándose de ingenuo. No, Pablo, seamos realistas, pidamos lo imposible.
Mijaíl Bakunin
“Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan.”
Manifiesto de Córdoba, 1918
Sergio Villaverde
Pablo Carlevaro terminó sus palabras en el Paraninfo de la Universidad, al recibir el título de doctor Honoris Causa, citando a Rafael Barrett dirigiéndose a obreros paraguayos: “A pesar del dolor y la injusticia, la vida es buena. Debajo del mal existe el bien, y si no existe el bien lo haremos existir y salvaremos el mundo aunque no quiera” Estas palabras recogen el sentido de los dos acápites que anteceden, quedan dolores, hay libertades a conquistar, procurando lo imposible se llega a los límites de lo posible.
Considerándose hijo devoto de la Universidad, señala que su formación nació y se desarrolló en la Facultad de Medicina y en la Asociación de los Estudiantes de Medicina, con lo que estampa de manera inequívoca su concepto de que el ámbito formativo de la casa de estudios es inseparable de la organización y participación de los estudiantes.
Un breve resumen de la historia de la Universidad y su interrelación con el movimiento estudiantil afianza la certeza del concepto.
En 1838, pocos años después de la llamada “Independencia”, bajo la presidencia de Oribe, se decreta la creación de la Universidad Mayor de la República, respondiendo a iniciativas que se habían iniciado en 1833, teniendo como principal impulsor al presbítero Dámaso Larrañaga. Sin embargo su instalación formal recién se concretaría en 1849, en un Montevideo sitiado, siendo presidente Joaquín Suárez. En sus inicios la Universidad estaba dedicada a la enseñanza escolar y media, sólo encaraba formación superior en jurisprudencia. En el país previo al impacto migratorio el objetivo implícito de la institución era la educación de niños y jóvenes de un segmento estrecho y privilegiado de la población y la reproducción de la clase dirigente. Esta primera Universidad respondía a la concepción dominante en la sociedad que asociaba educación a la práctica religiosa. Predominaba la orientación entonces denominada “espiritualista”.
En la década del 70 comienza a expresarse con fuerza otra tendencia que venía gestándose entre intelectuales de la época que se reunían en el Club Universitario. Una concepción secularizada, que ponía el acento en la necesidad de incorporar a la educación a sectores más amplios de la población, en la importancia de desarrollar disciplinas científicas en la enseñanza universitaria y la jerarquización de la formación de profesionales. Eran los “positivistas”.
Como expresión de esta tendencia en 1876 se funda la Facultad de Medicina instalándose las cátedras de anatomía y fisiología. Otro hecho significativo de ese mismo año fue la designación de José Pedro Varela, un destacado representante de la corriente positivista, como director de Instrucción Pública. Se separa la enseñanza escolar de los cometidos de la Universidad y comienza el proceso de su reforma.
En 1885 se promulga la ley de funcionamiento de la Universidad, que puede considerarse su primer Ley Orgánica y se funda la Facultad de Matemáticas que impartirá enseñanza de arquitectura, agrimensura e ingeniería.
Uruguay, al igual que Argentina, en las dos últimas décadas del siglo xix comienza a sentir el impacto de la migración europea. Se incorporan a la sociedad no solo fuerza de trabajo sino voluntad de ascenso social y nuevas concepciones ideológicas que ponen el acento en la participación directa en la organización política e institucional.
En 1893 se organiza la asociación de estudiantes que reunía a los estudiantes de secundaria y universitarios, en un contexto de fuerte crecimiento de la matrícula universitaria por la incorporación de la clase media a las aulas. A comienzos del siglo xx el número de estudiantes había pasado de un escaso millar a 15 mil.
En 1907 los estudiantes organizados reclaman su participación en el gobierno de la Universidad, pretenden tener voz en la formulación de los planes de estudio y en los métodos de evaluación curricular.
En 1908 organizan el Primer Congreso Internacional de Estudiantes que reúne en Montevideo delegaciones de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, participando además, en calidad de observadores, delegaciones de países de Centroamérica y Estados Unidos. Este evento, presidido por Baltasar Brum, consideró como temas fundamentales la participación de los estudiantes en el gobierno universitario, la estructuración de los planes de estudio, la jerarquización de los vínculos de la Universidad con el resto de la sociedad y la autonomía de las Universidades del poder político.
También en 1908 se promulga la Segunda Ley Orgánica que, vista desde las reivindicaciones del movimiento estudiantil, presentaba aspectos contradictorios. Reconoce la participación de los docentes, egresados y estudiantes, en el gobierno universitario, éstos con representación indirecta por egresados jóvenes (esto se mantendrá hasta la Ley Orgánica de 1958). Restringe la autonomía al suprimir el mecanismo hasta entonces existente para el nombramiento del rector (elegido por el Presidente de la República de una terna elevada por el Consejo de la Universidad) pasando a ser potestad exclusiva del Presidente. Deja de lado el proyecto de unicidad propuesto por el rector Eduardo Acevedo y promueve la autonomización de las facultades lo que traerá aparejado la incoordinación y duplicación de servicios, las disputas por segmentos del presupuesto, una cierta “feudalización” de la estructura universitaria. Se fundan la Facultad de Agronomía y Veterinaria y la de Comercio, que luego sería de Ciencias Económicas.
Es posible que esta organización por facultades autónomas haya determinado el surgimiento de las agremiaciones de los estudiantes por centros de estudio. Se forman así el Centro de Estudiantes de Derecho y en 1915 la Asociación de los Estudiantes de Medicina, gestada a impulsos de un grupo de estudiantes de cuarto año, donde se destacó la tarea militante de José Alberto Praderi. En los años sucesivos surgirían los demás centros de estudiantes, que plasmarían diez años después, en 1929, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (feuu).
En la segunda década del siglo xx se realizan dos congresos internacionales de estudiantes sucediendo al realizado en Montevideo (1910 y 1914) generando el proceso de la Reforma Universitaria centrada en tres principios fundamentales: autonomía del poder político, cogobierno y compromiso de la Universidad con la problemática social, expresado en el Manifiesto de Córdoba en 1918. Un año antes, en 1917, la movilización estudiantil en nuestro país había logrado el reconocimiento de la autonomía que había sido restringida con la ley de 1908 ya citada.
En 1933 bajo la dictadura de Terra se produce un retroceso de la autonomía universitaria fuertemente resistida por el movimiento estudiantil. En medio de esa resistencia a la dictadura, en su condición de dirigente político, se suicida Baltasar Brum. En 1935 se separa la educación secundaria de la Universidad.
Las generaciones que mantuvieron viva la feuu y los centros de estudiantes, durante las décadas siguientes, evidencian la continuidad del compromiso y la participación activa en el gobierno de las facultades y la Universidad, así como en la defensa de los principios de la Reforma Universitaria.
En 1951, luego de una larga huelga de los estudiantes universitarios, se logra el reconocimiento legal de la autonomía universitaria y del gobierno por los órdenes. La Universidad se aboca a la elaboración de una nueva Ley Orgánica, la primera que surge de sus claustros y no del poder político. El comienzo de la década también encontró al movimiento estudiantil llevando adelante la importante reivindicación del Hospital de Clínicas como Hospital Universitario. En 1958 es promulgada en el Parlamento la Ley Orgánica en medio de una intensa movilización estudiantil, con ocupación de la Universidad y varias facultades, coincidiendo y unificándose con las luchas y reivindicaciones de varios gremios obreros que dieron lugar a manifestaciones conjuntas que superaban las 100 mil personas. El impacto político acaso se exprese en la derrota electoral del Partido Colorado, el acceso al gobierno del Partido Nacional por primera vez en el siglo y el fin del ciclo del llamado Segundo Batllismo.
La posguerra evidenció la emergencia de Estados Unidos y la Unión Soviética como potencias hegemónicas, enfrentadas en la “guerra fría” y ejerciendo ambas una fuerte injerencia en los destinos de sus áreas de influencia. En la feuu como en los centros de estudiantes se vivió una intensa lucha ideológica entre quienes defendían “el socialismo real” de la Unión Soviética y sus países satélites y quienes sostenían “la tercera posición” que sumaban a la crítica de la vocación imperialista de Estados Unidos el carácter totalitario del régimen soviético. Ambas tendencias coincidieron en manifestaciones contra la dictadura paraguaya, contra el golpe de estado en Guatemala apoyado por Estados Unidos y a favor de la Revolución Cubana, y confrontaron frente a las invasiones soviéticas de Hungría en los cincuenta y de Checoslovaquia en los sesenta.
La profundización de la crisis económica, el paulatino ascenso del autoritarismo en el gobierno de Pacheco frente a las demandas de los trabajadores de numerosos gremios y, también, de los estudiantes universitarios que bregaban por un presupuesto más justo para la Universidad, desencadenaron formas de represión muy duras que, desde el poder del Estado, hallaban justificación en el surgimiento de grupos de acción armada. Este endurecimiento fue relegando a un segundo plano aquella confrontación ideológica y el rechazo a esas medidas por el movimiento estudiantil en la calle fue unánime.
La dictadura, la intervención de la Universidad, produjo un hiato, sin embargo los estudiantes, en las peores condiciones, supieron organizarse y crearon asceep, legando a las generaciones posteriores, las actuales, la responsabilidad de mantener la llama encendida.
¿Cuáles son los desafíos actuales a los que la Universidad debe dar respuesta para mantener su esencia institucional? Como señala Pablo Carlevaro son los de siempre: 1. Autonomía del poder político; 2. Participación democrática de los órdenes; 3. Enseñar a pensar: 4. Compromiso con el país y la comunidad.
“La autonomía de la Universidad tiene vigencia constitucional pero los gobiernos no la perdonan. Muchos aun reniegan de su existencia. La negación de la autonomía significa desconfianza y miedo a la libertad”, palabras de Pablo.
Jaques Le Goff en Los intelectuales de la Edad Media analiza los orígenes de la institución universitaria en los siglos XII y XIII señalando el enfrentamiento constante con los poderes civil y eclesiástico, dando lugar a huelgas, represión y muerte de estudiantes.
“Si los estudiantes universitarios no se preocupan por las cuestiones de la Universidad no son sino usuarios de un servicio educacional gratuito. Si los docentes no lo hacen, no tienen allí más que una ocupación laboral importante con eventual beneficio para su progreso personal”, señala Carlevaro.
“Es cuestión fundamental enseñar a pensar. El ejercicio constante de la reflexión está en la base de una incorporación crítica del conocimiento y debe hacer posible llegar a los límites de lo que, en cada instancia, se sabe y se discute o se desconoce”, dice Pablo.
Le Goff cita a Gilberto de Tournai que en el siglo XIII escribió: “Jamás encontraremos la verdad si nos contentamos con lo que ya ha sido descubierto…Quienes escribieron antes que nosotros, no son nuestros amos sino nuestros guías. La verdad se abre a todos, no ha sido hasta ahora conquistada por nadie”.
Finalmente el compromiso de la Universidad con el país y la comunidad. “La docencia en la comunidad no sólo permite la aplicación del conocimiento ya adquirido sino la prestación de un servicio –de muy diversos tipos y alcance– que genera beneficios a dadores y receptores. […] El contacto directo de los estudiantes universitarios con la gente genera una corriente de comunicación –en paridad– que permite establecer relaciones personales que en los jóvenes contribuye a su formación integral. Para decirlo en una sola frase: la relación con la gente humaniza” Con estas palabras, que trasmiten la fructífera experiencia en Apex del Cerro, Carlevaro se introduce en lo que acaso sea su propuesta más desafiante para la Universidad, la introducción de las actividades en la comunidad como un ejercicio curricularmente obligatorio para todos los estudiantes universitarios de las más variadas disciplinas, lo cual implica también responsabilidades específicas de los docentes en la puesta en práctica de las mismas.
En un momento de su discurso Carlevaro duda de sí mismo tachándose de ingenuo. No, Pablo, seamos realistas, pidamos lo imposible.
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