Los Anarquistas en las luchas por la tierra*
Osvaldo Escribano
Osvaldo Escribano
A lo largo de su historia, los anarquistas en forma permanente se involucraron en las luchas territoriales, que implican directamente la lucha por la tierra.
Esto se fundamenta en un análisis en el que se considera que la propiedad de la tierra es uno de los orígenes, quizá el más importante, para la formación y fundamentación del Estado, así como el poderío y riqueza de la Iglesia. Los imperios iban avanzando, conquistando territorios y distribuyendo las tierras entre los militares fieles al emperador y sus amigos y seguidores. En esta forma se van afianzando los grandes latifundios, en general fruto de grandes genocidios, ya que para ocupar los territorios no tienen ningún problema de hacer desaparecer poblaciones enteras de pueblos originarios.
En la región del la Banda Oriental sabemos del reparto de «suertes de estancia» que en un principio tenían prioridad los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, según dice el reglamento de tierra redactado por Artigas en 1815, pero que en realidad esta suerte se utilizó como medida para entregarles a los oficiales de acuerdo a su graduación la cantidad de ellas que le pertenecían, formando así los primeros latifundios cuyos propietarios son todos de apellidos ilustres y de ”padres de la patria“ que se convirtieron en ”dueños de la patria”, casi todos sus herederos fueron dejando sus tierras, en los últimos años a las grandes empresas forestales y del agronegocio que adquirieron decenas de estos latifundios, concentrando la propiedad de la tierra cada vez en menos manos y sobre todo, favoreciendo la entrada de capitales internacionales que tienen la necesidad de materializar sus inmensas cantidades de dinero, fruto de especulaciones financieras o de negocios marginales y/o ilegales que superan varias veces las posibilidades de productos reales.
Todos estos motivos han llevado a los anarquistas a lo largo de su historia a luchar por la tierra y su colectivización, podemos decir que desde la Comuna de París, las colectivizaciones en España en el siglo XIX, la Revolución Mexicana, donde la consigna de TIERRA Y LIBERTAD era la bandera de los revolucionarios alentados por los anarquistas, y formando los ejidos que eran colectivizaciones de las estancias expropiadas al latifundio, al poco tiempo en la Rusia revolucionaria, los soviets también se hicieron cargo de poner en funcionamiento las estancias por parte de los campesinos hasta que el partido y sus burócratas se hicieron cargo de las decisiones y atacaron a los verdaderos soviets autónomos e impusieron, por la fuerza, la centralización burocrática y el fracaso del poceso revolucionario. No podemos dejar de mencionar las colectividades españolas en el intento revolucionario de 1936, que fueron atacadas, primero por el gobierno republicano, fundamentalmente el partido comunista y mas adelante aplastadas por el fascismo triunfante de esa cruenta guerra civil. Hay que hacer notar que también la consigna de TIERRA Y LIBERTAD es levantada por los anarquistas que nombran así al periódico de su organización.
Más cerca en la geografía en el interior de la Banda Oriental, concretamente en Salto, se publica el periódico anarquista La Tierra, fijando como uno de sus objetivos la eliminación de la propiedad de la tierra y los inmuebles y su colectivización. Más cerca en el tiempo y también en el interior de la región, surgen algunos sindicatos relacionados con la actividad agraria, arroceros, naranjeros o cañeros, principalmente en Treinta y Tres, Salto y Bella Unión. En este último se crea la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) que se destaca por su metodología de acción directa. Si bien su formación fue alentada por Raúl Sendic, un joven procurador de origen socialista, también fundador del MLN Tupamaros, desde las primeras marchas hacia Montevideo, exigiendo la expropiación de un latifundio de 30.000 hectáreas que pertenecía a la firma Silva y Rosas, es apoyada desde el comienzo por los anarquistas, tanto de la FAU como de Bellas Artes, Medicina, Barrio Sur y otros, este compromiso es llevado hasta participar en las marchas y en las acampadas, tanto en Montevideo como en Bella Unión. La Comunidad del Sur, en particular, colaboró en la construcción de la policlínica del sindicato, así como en la formación de compañeros que querían llegar a crear, en un futuro cercano, la Comunidad Tierra de Todos Lourdes Pintos, –en homenaje a una compañera fallecida en una de sus marchas¬– y tenían la necesidad de conocer el funcionamiento autogestivo de una comunidad, con este objetivo varios cañeros convivieron, durante bastante tiempo, tanto en la vida cotidiana de la comunidad como en su taller de imprenta.
También participamos en la organización de un Congreso de Jóvenes por la tierra, llevado a cabo en la Unidad Cooperaria Nº1 de Cololó, Soriano, en Abril del 1969, donde planteamos el tema de la Transformación del medio rural, diferenciándola con la Reforma Agraria, planteada por los sectores marxistas, tanto los mas radicales como los reformistas. Nuestro planteo estaba basado en que no era sólo el tema de distribuir la tierra entre los campesinos, sino promover una nueva organización social centrada en la tarea agraria pero tomando en cuenta todas las necesidades de las personas que van más allá del trabajo, el planteo era el de autogestión a todos los niveles, partiendo de la vida cotidiana y proyectándolo en todos los aspectos sociales. De este Congreso surgió el movimiento que se denominó en forma grandilocuente, Movimiento de Expropiación de Tierras al Latifundio (METAL), este movimiento participó del Congreso Campesino organizado por UTAA y algunos sindicatos de trabajadores de la tierra y varias organizaciones estudiantiles y gremiales de Montevideo. De este Congreso surgió el Movimiento Nacional de Lucha por la Tierra, en el cual participamos con distintos grupos de compañeros, la tarea fundamental era la de organizar a la gente del interior y para esto dedicamos bastante tiempo a las giras y a tomar contacto con otros compas del interior y apoyarlos en su tarea.
Toda esta tarea fue duramente reprimida, muchos compañeros en la cárcel, muchos en los cuarteles, muchos lograron zafar de la represión saliendo del país y muchos fueron detenidos y asesinados por las dictaduras y sus cuerpos, hasta hoy, siguen desaparecidos
Pasadas las dictaduras y en la nueva etapa del capitalismo los anarquistas seguimos reivindicando la lucha por la tierra, como siempre, nuestra consigna fue claramente definida en favor de la vida y por una sociedad donde los seres humanos puedan desarrollar al máximo su potencial creativo. En esta nueva etapa el capitalismo se destaca por su afán extractivo, explotar al máximo los territorios que puedan conquistarse, minerías a cielo abierto, que acelera la extracción de las materias primas, agronegocio exportador, basado en el uso intensivo de agrotóxicos aplicables a los plantíos realizados con las semillas transgénicas, plantas de celulosa para la fabricación del papel, que intensifica el monocultivo forestal, apropiándose de inmensas superficies de territorio para este objetivo; es en esta etapa en que se realiza la mayor concentración de tierras en la historia de esta región, los latifundios de 30 ó 40 mil hectáreas no tienen comparación con las 280.000 hectáreas que tiene una sola empresa forestal para abastecer a una de las plantas de celulosa que se instalaron en la región. Por esta razón la lucha y actividad de los y las anarquistas está centrada contra la concentración de la propiedad de la tierra, contra los agronegocios que implican la contaminación de los suelos y las napas de agua y contra los megaproyectos productivos que implican la concentración del poder económico que facilita el control de las poblaciones por parte de un minúsculo número de empresarios multinacionales distribuidos a lo largo y ancho del planeta. Para llevar a cabo estas acciones se organizan campañas generalizadas por toda la región con proyección hacia todo el mundo con consignas que claramente defienden la vida de los seres humanos en este planeta e intentan atacar y denunciar esa concentración de poder, poniendo en algunos casos, el centro del accionar en alguna empresa que puede ser emblemática a nivel global. Entre estas campañas se pueden mencionar a Junio el mes por la tierra y contra el capital, en la que participan colectivos y conpañeros de distintas regiones del planeta, o las coordinaciones contra Monsanto que se han organizado, también, en distintas regiones y en las cuales participan activistas anarquistas.
Quiero cerrar esta charla informativa con un párrafo extraído del volante que fue publicado con motivo del mes por la tierra y contra el capital publicado en junio de este año.
«A los especuladores de todo tipo, a la reducción de la vida y la naturaleza toda a mercancía, a la soberbia de quien se cree dueño de lo vivo, contraponemos la libertad de todxs.”
Esto se fundamenta en un análisis en el que se considera que la propiedad de la tierra es uno de los orígenes, quizá el más importante, para la formación y fundamentación del Estado, así como el poderío y riqueza de la Iglesia. Los imperios iban avanzando, conquistando territorios y distribuyendo las tierras entre los militares fieles al emperador y sus amigos y seguidores. En esta forma se van afianzando los grandes latifundios, en general fruto de grandes genocidios, ya que para ocupar los territorios no tienen ningún problema de hacer desaparecer poblaciones enteras de pueblos originarios.
En la región del la Banda Oriental sabemos del reparto de «suertes de estancia» que en un principio tenían prioridad los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, según dice el reglamento de tierra redactado por Artigas en 1815, pero que en realidad esta suerte se utilizó como medida para entregarles a los oficiales de acuerdo a su graduación la cantidad de ellas que le pertenecían, formando así los primeros latifundios cuyos propietarios son todos de apellidos ilustres y de ”padres de la patria“ que se convirtieron en ”dueños de la patria”, casi todos sus herederos fueron dejando sus tierras, en los últimos años a las grandes empresas forestales y del agronegocio que adquirieron decenas de estos latifundios, concentrando la propiedad de la tierra cada vez en menos manos y sobre todo, favoreciendo la entrada de capitales internacionales que tienen la necesidad de materializar sus inmensas cantidades de dinero, fruto de especulaciones financieras o de negocios marginales y/o ilegales que superan varias veces las posibilidades de productos reales.
Todos estos motivos han llevado a los anarquistas a lo largo de su historia a luchar por la tierra y su colectivización, podemos decir que desde la Comuna de París, las colectivizaciones en España en el siglo XIX, la Revolución Mexicana, donde la consigna de TIERRA Y LIBERTAD era la bandera de los revolucionarios alentados por los anarquistas, y formando los ejidos que eran colectivizaciones de las estancias expropiadas al latifundio, al poco tiempo en la Rusia revolucionaria, los soviets también se hicieron cargo de poner en funcionamiento las estancias por parte de los campesinos hasta que el partido y sus burócratas se hicieron cargo de las decisiones y atacaron a los verdaderos soviets autónomos e impusieron, por la fuerza, la centralización burocrática y el fracaso del poceso revolucionario. No podemos dejar de mencionar las colectividades españolas en el intento revolucionario de 1936, que fueron atacadas, primero por el gobierno republicano, fundamentalmente el partido comunista y mas adelante aplastadas por el fascismo triunfante de esa cruenta guerra civil. Hay que hacer notar que también la consigna de TIERRA Y LIBERTAD es levantada por los anarquistas que nombran así al periódico de su organización.
Más cerca en la geografía en el interior de la Banda Oriental, concretamente en Salto, se publica el periódico anarquista La Tierra, fijando como uno de sus objetivos la eliminación de la propiedad de la tierra y los inmuebles y su colectivización. Más cerca en el tiempo y también en el interior de la región, surgen algunos sindicatos relacionados con la actividad agraria, arroceros, naranjeros o cañeros, principalmente en Treinta y Tres, Salto y Bella Unión. En este último se crea la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) que se destaca por su metodología de acción directa. Si bien su formación fue alentada por Raúl Sendic, un joven procurador de origen socialista, también fundador del MLN Tupamaros, desde las primeras marchas hacia Montevideo, exigiendo la expropiación de un latifundio de 30.000 hectáreas que pertenecía a la firma Silva y Rosas, es apoyada desde el comienzo por los anarquistas, tanto de la FAU como de Bellas Artes, Medicina, Barrio Sur y otros, este compromiso es llevado hasta participar en las marchas y en las acampadas, tanto en Montevideo como en Bella Unión. La Comunidad del Sur, en particular, colaboró en la construcción de la policlínica del sindicato, así como en la formación de compañeros que querían llegar a crear, en un futuro cercano, la Comunidad Tierra de Todos Lourdes Pintos, –en homenaje a una compañera fallecida en una de sus marchas¬– y tenían la necesidad de conocer el funcionamiento autogestivo de una comunidad, con este objetivo varios cañeros convivieron, durante bastante tiempo, tanto en la vida cotidiana de la comunidad como en su taller de imprenta.
También participamos en la organización de un Congreso de Jóvenes por la tierra, llevado a cabo en la Unidad Cooperaria Nº1 de Cololó, Soriano, en Abril del 1969, donde planteamos el tema de la Transformación del medio rural, diferenciándola con la Reforma Agraria, planteada por los sectores marxistas, tanto los mas radicales como los reformistas. Nuestro planteo estaba basado en que no era sólo el tema de distribuir la tierra entre los campesinos, sino promover una nueva organización social centrada en la tarea agraria pero tomando en cuenta todas las necesidades de las personas que van más allá del trabajo, el planteo era el de autogestión a todos los niveles, partiendo de la vida cotidiana y proyectándolo en todos los aspectos sociales. De este Congreso surgió el movimiento que se denominó en forma grandilocuente, Movimiento de Expropiación de Tierras al Latifundio (METAL), este movimiento participó del Congreso Campesino organizado por UTAA y algunos sindicatos de trabajadores de la tierra y varias organizaciones estudiantiles y gremiales de Montevideo. De este Congreso surgió el Movimiento Nacional de Lucha por la Tierra, en el cual participamos con distintos grupos de compañeros, la tarea fundamental era la de organizar a la gente del interior y para esto dedicamos bastante tiempo a las giras y a tomar contacto con otros compas del interior y apoyarlos en su tarea.
Toda esta tarea fue duramente reprimida, muchos compañeros en la cárcel, muchos en los cuarteles, muchos lograron zafar de la represión saliendo del país y muchos fueron detenidos y asesinados por las dictaduras y sus cuerpos, hasta hoy, siguen desaparecidos
Pasadas las dictaduras y en la nueva etapa del capitalismo los anarquistas seguimos reivindicando la lucha por la tierra, como siempre, nuestra consigna fue claramente definida en favor de la vida y por una sociedad donde los seres humanos puedan desarrollar al máximo su potencial creativo. En esta nueva etapa el capitalismo se destaca por su afán extractivo, explotar al máximo los territorios que puedan conquistarse, minerías a cielo abierto, que acelera la extracción de las materias primas, agronegocio exportador, basado en el uso intensivo de agrotóxicos aplicables a los plantíos realizados con las semillas transgénicas, plantas de celulosa para la fabricación del papel, que intensifica el monocultivo forestal, apropiándose de inmensas superficies de territorio para este objetivo; es en esta etapa en que se realiza la mayor concentración de tierras en la historia de esta región, los latifundios de 30 ó 40 mil hectáreas no tienen comparación con las 280.000 hectáreas que tiene una sola empresa forestal para abastecer a una de las plantas de celulosa que se instalaron en la región. Por esta razón la lucha y actividad de los y las anarquistas está centrada contra la concentración de la propiedad de la tierra, contra los agronegocios que implican la contaminación de los suelos y las napas de agua y contra los megaproyectos productivos que implican la concentración del poder económico que facilita el control de las poblaciones por parte de un minúsculo número de empresarios multinacionales distribuidos a lo largo y ancho del planeta. Para llevar a cabo estas acciones se organizan campañas generalizadas por toda la región con proyección hacia todo el mundo con consignas que claramente defienden la vida de los seres humanos en este planeta e intentan atacar y denunciar esa concentración de poder, poniendo en algunos casos, el centro del accionar en alguna empresa que puede ser emblemática a nivel global. Entre estas campañas se pueden mencionar a Junio el mes por la tierra y contra el capital, en la que participan colectivos y conpañeros de distintas regiones del planeta, o las coordinaciones contra Monsanto que se han organizado, también, en distintas regiones y en las cuales participan activistas anarquistas.
Quiero cerrar esta charla informativa con un párrafo extraído del volante que fue publicado con motivo del mes por la tierra y contra el capital publicado en junio de este año.
«A los especuladores de todo tipo, a la reducción de la vida y la naturaleza toda a mercancía, a la soberbia de quien se cree dueño de lo vivo, contraponemos la libertad de todxs.”
* Charla presentada en la 4ª Feria del libro de Montevideo, Agosto 2015
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