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lunes, 20 de julio de 2015

El Anarquismo hoy y aquí * de Osvaldo Escribano

Mi libertad empieza donde empieza la libertad de los demás y no seremos completamente libres  hasta que todos los seres humanos sean libres. El apoyo mutuo, la solidaridad y la acción directa, son las claves de la Revolución Social; nadie libera a nadie, los seres humanos se liberan en comunidad

Intentaremos analizar la situación global del sistema capitalista en base a los sucesos de la llamada crisis financiera, comenzada en el 2008 y al mismo tiempo la respuesta dada por parte de los pueblos, que se organizan y movilizan para evitar que los costos de esa crisis caigan sobre sus espaldas; también mencionaremos el contenido de la nueva forma asumida por el capitalismo en su rol extrativista con el que se presenta en nuestra región y en varias partes del mundo.
Los hechos se suceden día a día y semana a semana, las movilizaciones populares intentan provocar un cambio en la situación, ya sea pidiendo más democracia y logrando voltear dictadores  -que a veces son reemplazados por militares liberadores– otras veces pueden obtener que no les disminuyan demasiado la pensión jubilatoria o que los puestos de trabajo se mantengan aunque les rebajen algo la paga. Desde el punto de vista político, los gerentes financieros internacionales están ocupando, directamente, los cargos gubernamentales que estaban dedicados a los políticos profesionales de diversos sesgos partidarios (no digo ideológicos).
Por las multitudes que salen a la calle, por todas estas movilizaciones con sus frustraciones incluidas, podemos sacar en limpio que el pueblo puede y sabe organizarse y que la metodología clásica del anarquismo,  basada en la participación directa de la gente, da resultados positivos y es valorizada por quienes participan. Lo que nos queda por profundizar está relacionado, fundamentalmente, con los cambios imprescindibles para que esta metodología provoque verdaderos procesos revolucionarios.
Pensemos en el pueblo griego, en la calle desde hace ya mucho tiempo y donde, a lo largo de muchos años, el movimiento anarquista tiene un relativo peso, ahora con un gobierno de izquierda radical que defiende el nivel de consumo del pueblo pero sin salirse del sistema capitalista y planteando a la troika pequeñas modificaciones respecto a la exigencia que fue rechazada  por el pueblo griego en un referéndum, pero la troika, mostrando el poder real, exige condiciones más severas que las que rechazó el pueblo en el referéndum, contra el cual los anarquistas ya se habian enfrentado, entendiendo que el mismo sólo sirve para legitimar el robo de los banqueros internacionales a los pueblos del mundo. También podemos pensar en los «indignados» españoles, que supieron contagiar «su indignación» a muchos pueblos cercanos, Portugal, Italia o Francia, terminando, algunos de ellos en la formación de un partido como Podemos; en este mismo recuento no podemos dejar de mencionar inclusive al movimiento «Ocupar Wall Street». Los anarquistas siempre han tenido algo que aportar y lo hacen, muchas veces con gran aceptación y otras no tanto, en convivencia con reformistas de distinto tipo y donde el respeto por la verdadera diversidad a veces cuesta. Lo que sí queda muy claro es que las pautas organizativas propias de los libertarios se aceptan y se practican y tiene resultados positivos.
Intentaremos analizar el sistema capitalista y los valores que trasmite, aportando, dentro de nuestras posibilidades, una visión diferente de la economía como un elemento más del funcionamiento de la sociedad y la creación de un imaginario social con una nueva escala de valores.
Para un análisis económico global
Podemos ver que, fundamentalmente en las últimas décadas, el sistema de explotación capitalista promueve la monetarización total como medida de todos los aspectos que tienen que ver con la sociedad. Por un lado promoviendo el valor costo-beneficio que otorga el mercado a los productos, al margen del costo real que puedan tener y fijándolos de acuerdo a su oferta y demanda; por otro, se mide la pobreza o riqueza de las personas basándose en la cantidad de dinero que poseen o que pueden recibir en un tiempo fijado. Son indigentes aquellos que reciben menos de dos dólares por día, al margen de la posibilidad que tengan de obtener por sus propios medios y sin necesidad de utilizar ese dinero, alimentos o ropas o viviendas (necesidades vitales básicas), sin tener en cuenta la calidad de vida que pueden tener las personas que se manejan con una cosmovisión diferente a la occidental y capitalista, ni si esas personas viven en los márgenes de las ciudades o viven en el campo. Por otra parte, el poseer gran cantidad de dinero posibilita elevar el estatus del poseedor en la sociedad, incrementando su poder e influencia y sin importar el origen de su capital.
Es nuestra intención analizar la economía desde un punto de vista profundamente crítico al sistema dominante; intentaremos, modestamente, profundizar en una nueva forma de verla con principios libertarios. Para esto es de gran importancia el pensar en otro modelo de vida con valores totalmente diferentes y al servicio de los seres humanos y de la naturaleza en su totalidad sin plantearse un crecimiento permanente y sin límite al que consideramos innecesario y negativo.
Análisis y crítica ECO-nómica
Partimos de la base que el capitalismo se ha mostrado salvaje, no sólo en la explotación de la inmensa mayoría de la humanidad por una minoría, cada vez más pequeña, sino en la depredación incontrolada que están llevando a cabo del planeta en su totalidad, debido a su voracidad extrativista, con el sólo objetivo de incrementar sus ya exorbitantes ganancias y acelerarlas, teniendo al mercado como el fundamento básico de su ideología, al consumo en permanente crecimiento y al consumismo como un modo de vida elegido y una herramienta de control.
La necesidad de una producción dirigida al mercado, alentada por el gran aparato publicitario que incita a consumir cada vez más, creando necesidades superfluas, requiere la centralización productiva en grandes núcleos industriales que permita, a un mismo tiempo, obtener materias primas y mano de obra a bajo costo para lograr su objetivo de acumulación rápida y eficaz. Para lo cual las grandes corporaciones toman al planeta en su globalidad como su territorio de influencia, tratando así de ubicar a sus industrias en los sitios del planeta que mejores condiciones les brinde para su producción.
En estas condiciones se analizan, la ubicación de materias primas necesarias, leyes laborales y medioambientales permisivas, cargas impositivas favorables, infraestructuras de traslado y comunicación –rutas, puertos, medios de comunicación, informática, etc.– que faciliten la mayor explotación de los recursos y su traslado, así como el retiro y envío de sus ganancias hacia sus centros de residencia.
Para llevar a cabo esta política, durante décadas han preparado el terreno en determinados lugares que ellos consideraban estratégicos. De aquí han surgido las dictaduras militares -todas igualmente sangrientas- en los diversos países donde la resistencia popular hubiera podido interferir con sus planes para, más adelante,  promover simultáneamente a una clase política sustitutiva de esas dictaduras, que cumpliera la misma función que los militares, pero en un claro estado de democracia representativa y participación popular. Estas políticas fueron acompañadas por una intensa propaganda de valores competitivos, individualistas, jerárquicos y de ostentación, que incidió en las grandes masas de las poblaciones a través de medios de comunicación manejados por esos mismos intereses, facilitando la tarea de penetración en esas masas que actualmente aceptan como valorable la monetarización cultural de la sociedad toda, así como la privatización de los servicios públicos , acompañado previamente de una gran propaganda demostrando lo mal que estaban en manos del Estado.
En esta forma, y a consecuencia de la fragmentación provocada por estas políticas, resulta muy difícil organizar una protesta o un enfrentamiento al modelo, cuando su aceptación está generalizada y sus valores se han incorporado al imaginario social. Por otra parte se han buscado las formas de ir creando dependencias tanto a través de créditos como de la promoción de la desocupación, provocando así un estado de inseguridad al que el modelo podría supuestamente dar solución.
Es en el marco de esta situación que avanzan en forma descomunal las soluciones mágicas de los gobiernos progresistas: (Fame Cero en Brasil, Planes Trabajar en la Argentina, Plan de Emergencia en Uruguay, etc.) a las que se aferran desesperadamente las personas que fueron dejadas al libre arbitrio de las políticas de mercado despojadas de todas las posibilidades a las que, hasta no hace mucho tiempo, tenían acceso (educación, salud, vivienda, alimentación, etc.) creando así nuevos grados de dependencia y control. No es ajena a todo esto la desvalorización personal, provocada por una clara falta de conciencia laboral ni hábito de trabajo, que ya lleva varias generaciones y que es trasmitida de padres a hijos, promovida e incentivada en forma muy sutil, al valorar sobremanera todo lo relacionado con la monetarización y no con la calidad de lo producido. El trabajo se valoriza por lo que rinde monetariamente, sin que se tomen en cuenta los gustos o las necesidades de los seres humanos que producen y/o consumen.
A nivel global
Podemos ver la enorme preocupación que tienen ahora los gobiernos de todo el mundo por el llamado calentamiento del planeta, que no es otra cosa que la consecuencia del abuso de este consumo desbordante de las sociedades industrializadas que provoca el derroche de energías de todo tipo, fósiles, atómicas, hidráulicas o, inclusive, de las denominadas limpias,  como la eólica, la solar, o lo más actual, el biocombustible a partir de granos oleaginosos.
El mayor problema no pasa por el tipo de energía utilizada, sino en su derroche, propio del modelo económico que predomina en el mundo entero y que se incrementa superlativamente en los países más desarrollados.
Como solución se promueve la educación «ecológica», que no es otra cosa que cuidar el ambiente de las basuras en el suelo, el reciclado de los plásticos, los cuidados con las pilas, separar los residuos y hasta, posiblemente, crear usinas de bioenergía utilizando basura orgánica; En buen romance: el sistema debe mantener su nivel de consumo pero manteniendo cierta conducta respecto al cuidado del medio ambiente.
Se dedican miles de millones para analizar y estudiar el calentamiento del planeta y como disminuir el efecto invernadero que aquél produce, pero no se considera una opción el cambiar de modo de vida. No se asume que la idea del progreso ilimitado, más el consumo como forma de status y posición jerárquica están en la base misma del problema que tanto preocupa.
La gran contradicción comienza a surgir cuando países como China o India, comienzan a elevar el nivel de vida de su población, lo que significa incrementar el consumo de la tercera parte de la población mundial, que en estos dos países hasta ahora se mantenía en un nivel bajísimo por habitante. Es en estos niveles donde el sistema no tiene respuestas ni soluciones y su mantenimiento puede llevarnos a la destrucción lisa y llana de lo que nos queda del planeta.
A nivel regional
Nuestra región, el cono sur latinoamericano, se adapta claramente a la necesidad de las corporaciones multinacionales para invertir sus capitales e instalar sus grandes industrias en zonas de relativa población donde se dan las condiciones, poblacionales, geográficas y legales que les permitan instalarse con grandes posibilidades de beneficio.
Para esto han realizado un trabajo previo muy importante, que fue el de concientizar a la población en general de la inevitabilidad de privatizar los servicios públicos y abrirse al mundo, para así entrar en el mercado de capitales, como única forma de crear fuentes de trabajo, superar la desocupación y alcanzar el ansiado nivel de consumo primermundista.
El paralelismo existente en los países de la región, respecto al uso del suelo ­ monocultivos de soja u otros transgénicos, forestación monoespecífica financiada, tala indiscriminada de bosques nativos y selvas, minería a cielo abierto, plantas de celulosa, a lo que hay que agregar, zonas francas, puertos de aguas profundas, no son más que ejemplos de una planificación de la región que responde al plan de Integración de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) promovido por 12 países latinoamericanos y financiado por el BID y otras instituciones financieras, respondiendo claramente a los objetivos de las corporaciones multinacionales y su capitalismo extractive, permitiéndole vías de comunicación que unen los dos océanos asi como puertos de aguas pñrofundas para sacar su mercadería y enviarla a sus puntos de origen.
Se llevan materias primas para engordar el disparatado sistema de consumo y producción europeo, yanqui o asiático, mientras desplazan de sus tierras a  los pueblos originarios y campesinos que con sus formas de cultivo permiten tener alimentos de mejor calidad y variedad a disposición de nuestras poblaciones. El resultado final es la pérdida de autonomía territorial y alimentaria y una tremenda concentración de la propiedad de la tierra.
Si tomamos en cuenta la realidad de nuestros países, así como los discursos de los «responsables» de dirigirlos, podemos ver las contradicciones en las que caen.
Por un lado hablan de la necesidad de inversores extranjeros (mercado de capitales), para crear fuentes de trabajo «genuino», con lo cual se les abren las puertas a las multinacionales que vienen a producir lo que necesitan en sus países de origen y que no pueden producir allí, ya sea por problemas de contaminación del medio ambiente, por falta de espacio real o por falta de materias primas en las cercanías. De esta forma imponen plantas de pasta de celulosa para la fabricación de papel, monocultivos de diversos tipos (eucaliptos, pino, soja, caña de azúcar) para cubrir las demandas abusivas de papel, de alimentos chatarra o de combustibles no fósiles para reemplazar al petróleo y seguir consumiendo sin límites. Por otro lado provocan la quiebra y consecuente emigración del hombre de campo -que pierde su fuente de trabajo genuino– que vende su tierra a precios irrisorios y creando latifundios inmensos cuya producción es utilizada para la exportación, igual que sus ganancias.
No tenemos duda de que los valores básicos de este sistema deben ser radicalmente cambiados, aunque sabemos que resulta difícil si tenemos en cuenta la aceleración de las transformaciones planetarias, a causa de todo el sistema imperante, y el poder de los capitales multinacionales. Para llevar a cabo sus planes este poder les permite comprar conciencias, tanto académicas como gubernamentales y preparar costosas campañas publicitarias y culturales  afirmando sus valores en toda la sociedad y mostrando lasvirtudes de las inversiones.
Entre otras cosas, la política del mercado libre entra en crisis al no soportar sus propias contradicciones. Llaman a esto con los nombres de burbuja financiera o inmobiliaria, crisis económica... y muchos eufemismos más, por lo que sería interesante hacer un somero análisis de este suceso histórico que estamos viviendo desde el año 2008.

Hacia una forma diferente de organizarnos
No nos cabe ninguna duda de que la recesión económica, tan temida por los economistas del sistema, significa la disminución del consumo desmedido al que están acostumbradas las clases media y alta primermundistas y que, sin ninguna duda, es la verdadera responsable del calentamiento global y de la devastación planetaria para la sola satisfacción de necesidades nunca saciadas. Por otra parte esta recesión tiene como consecuencia directa la gran cantidad de trabajadores que quedan sin empleo y que, por lo tanto, pierden su fuente de ingresos y su posibilidad de subsistencia. También nos permite tomar conciencia de lo disparatado que significa para la vida en este planeta, seguir valorando el crecimiento económico sin límite, la acumulación y centralización de capital, la ostentación, el despilfarro, utilizados como armas de control de poblaciones enteras para el beneficio de unos pocos.
Las movilizaciones populares que tuvieron su origen en países como Grecia o en los del norte de África y que abarcaron a diversos países de Europa, con sus diferentes planteos y formas de actuar, pusieron su eje en atacar los ajustes que intentan poner los gobiernos para hacer pagar la crisis a la clase trabajadora y a los sectores marginados. De cualquier manera nos permiten vislumbrar una posibilidad de cambio a partir de gente que comienza a reestructurar el tejido social y hace escuchar su voz, en las calles, en las acampadas, en las ocupaciones de edificios públicos y en su defensa. En todos esos lugares donde al mirarse cara a cara, el pueblo comienza a tomar una verdadera dimensión de su fuerza y se va organizando en forma horizontal y autogestionada. La visualización e identificación del enemigo, así como de los valores y conductas que nos va imponiendo, tanto sutil como explícitamente, permitiría una imprescindible toma de conciencia para un cambio total de esos valores que inicie un proceso revolucionario que, partiendo de lo personal, se proyecte en lo social.
Todo esto nos hace pensar en una sociedad diferente y para esto es necesario partir de valoraciones diferentes, en las que se consideren las necesidades básicas de los seres humanos de acuerdo a su región, cultura, relaciones interpersonales, tomando como pilares fundamentales los valores de solidaridad, ayuda mutua y la participación activa en la solución de sus problemas, así como un profundo amor entre las personas.
La escala de la economía es fundamental ya que se requiere romper totalmente con los grandes emprendimientos que siempre necesitan de una gran burocracia administrativa y una centralización ejecutiva, imposible de ser controladas por el común de la gente. Se deben diseñar emprendimientos a escala humana donde lo principal sea cubrir las necesidades básicas de las personas que nos rodean, respetando la creatividad y la libre relación entre las mismas, sin ser por ésto una economía basada en la miseria, sino en una calidad de vida diferente, que permita el desarrollo pleno de las potencialidades de cada ser humano, cubriendo todas sus necesidades pero muy lejos de perseguir el consumo como meta principal.
Partimos de la base que un respeto por los derechos humanos incluye el respeto por la naturaleza y su entorno, valorando tanto la biodiversidad como las distintas opciones que las personas puedan elegir o crear para satisfacer sus necesidades acorde con su cosmovisión. Sabemos que lo primero que necesitamos para ello es una buena alimentación, estar cobijados de las inclemencias del clima, tener afecto y una buena relación social, por lo que debemos contar con un análisis económico que tome en cuenta todos estos aspectos.
Nuestra región –el cono sur latinoamericano– cuenta con tierras fértiles y acuíferos importantes como para asegurar la alimentación de todos sus habitantes y un remanente, varias veces superior al necesario y que puede ser enviado hacia aquellas regiones menos favorecidas y que no cuentan con estos suelos ni este clima. Esto requiere organizarse y resistir los megaproyectos – tanto los celulósicos, como los de minería a cielo abierto, así como los monocultivos transgénicos de los agro-negocios- que intentan imponernos las corporaciones y que, además de deteriorar totalmente nuestro suelo y envenenar a las personas que habitan las zonas cercanas a los cultivos fumigados, margina definitivamente a los pueblos que viven en y de estos mismos suelos.
No podemos olvidarnos que la abundancia de dinero circulante, y sin ningún valor real, lleva a los inversionistas a adquirir tierras, como forma de materializar su capital, aprovechando los países cuyo valor monetario de las mismas sea notoriamente menor que su valor real, como sucede con las tierras de esta región, sumando a esto el enorme interés de las agroindustrias por invertir y explotar estas tierras.
Por todo esto se hace necesario una economía y una sociedad basada en grupos humanos a escala, con tecnologías y energías apropiadas, interrelacionadas federativamente entre sí, donde cada persona puede producir lo que es de su conocimiento y aprender de lo que otros compañeros y compañeras puedan saber -entre todos lo sabemos todo, repetimos lo que dicen los zapatistas– en grupos autónomos y autogestionados. Para esto es posible la utilización de tecnologías modernas que permiten mejorar la producción y la comunicación, sin la alienación de las cadenas productivas fordistas, y produciendo elementos durables y estéticos, agradables para su uso, reemplazando al use y tire de la industria y consumo actual. Podemos ir pensando en una disminución absoluta de la jornada laboral y la distribución del trabajo puede ser más equitativa sin que le falte a nadie lo que considere imprescindible para su sustento y su desarrollo pleno.
La autogestión, el socialismo, la «libre asociación de productores/as libres», exige un proceso de aprendizaje en los grupos de base y métodos acordes con las estructuras y valores que se quieren desarrollar.
No nos cabe duda que podemos ser tildados de utópicos irrealistas, -los anarquistas ya tenemos experiencia en cargar con este sayo- pero consideramos que sólo con estas propuestas, que en última instancia están abiertas a que se las siga elaborando, se puede frenar la practicidad  de un capitalismo pragmático y suicida que tiende a la destrucción de todo el planeta y tal vez no en demasiado tiempo.
En última instancia sería una forma más de ver y encarar el anarquismo aquí y ahora.

*Texto basado en el ultimo capítulo de SIGLO Y MEDIO DE ANARQUISMO de la Comuna de París a las Insurrecciones Antiglobalización del autor de la nota.



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